Comentario
La majestuosidad y grandiosidad de los castillos japoneses sorprendió a los viajeros europeos del siglo XVI. La mayoría de ellos corresponde al periodo comprendido entre 1580 y 1615 -el momento de auge de los daimyo, los señores feudales japoneses-. Éstos habitaban en castillos, símbolos exuberantes de su autoridad y poder. La construcción de castillos se extendió por todo el Japón a partir de 1580, continuando durante los primeros años del periodo Edo, hasta 1615.
El castillo japonés se apoyaba en una plataforma de piedra con forma de tronco piramidal. Sobre esta plataforma se erige una estructura de madera compuesta por varios pisos en orden decreciente. El edificio principal, la torre del homenaje o tenshukaku, es una construcción cuadrangular. Las cubiertas de teja tienen una orientación variable, para facilitar así la defensa.
Al ser tanto residencias como centros culturales, las habitaciones de los castillos estaban decoradas con pinturas realizadas en tabiques y puertas, realizadas por artistas prestigiosos.
El mejor conservado de todos los castillos japoneses es el de Himeji o de la Garza Blanca, del siglo XVI. Lo más significativo es que el torreón principal, de treinta metros de altura, tiene una alzada de cinco plantas por fuera y siete por dentro. Los castillos japoneses, como el de Matsumoto, sorprenden por su majestuosidad y tamaño, siendo un emblema característico del Japón medieval. También son muy notables otros castillos, como los de Edo -actual Tokio-, Osaka, Fukuoka, Ni-jo -en Kyoto-, Hiroshima, Kokura -Kitakyushu-, Nagoya o Masamune Date -Sendai-.